EL EDÉN

Ella desliza su entorno y se desplaza tan suave como una brisa en verano, el sol perfecto y el pasto tan vivo no son su hogar. Pero está, porque tiene un porqué. Está porque su voz le encomendó estar y se confunde entre las ramas. Sus ojos reflejan el rojizo candor del fruto que otrora fuera inspiración del saber para Newton, o para Eva. El saber no suele ser tan bello si pensamos en ellos y es así como el Bien y el Mal conviven en todo lo que es. Hoy, una vez más, cuando deje el fruto caer, ella será sentencia y oportunidad.